jueves, 29 de octubre de 2009

¿Encajes? De bolillos claro. Es el encaje por antonomasia en la cultura occidental.
Hubo y hay otros muchos tipos de encaje: de aguja, anudados, ganchillo, punto... pero desde mediados del siglo XVI y, sobre todo, a partir del siglo XVII el encaje de bolillos es una tradición común a todos los países occidentales y de los que recibieron la cultura occidental. Así encontramos encajes de bolillos desde Rusia a Brasil.
Sobre los orígenes de los bolillos se especula mucho ¿Flandes, Italia o España?

Lo que está claro es que la moda de los encajes de bolillos se extendió rápidamente y su máximo esplendor estuvo en los fabulosos cuellos y puños del siglo XVII. No hay más que ver los cuadros de Van Dyck o Velázquez para apreciar dos formas diferentes de utilizarlos, unos almidonados y encañonados y otros con su caída natural. En el XVIII y el XIX lo que estaba de moda eran las espléndidas mantillas de blonda, también hechas con bolillos.
En España, hasta los años 50, era costumbre enseñar estas técnicas a las niñas en las propias escuelas, porque se consideraba imprescindible en la educación femenina. En general el aprendizaje se hacía en el propio hogar, heredando los conocimientos y los patrones de madres a hijas.
Hay que tener en cuenta que la realización tanto de bordados como de encajes era una actividad generalmente que se hacía en común, un lugar de encuentro y charla para las mujeres, en la calle cuando la temperatura lo permitía.

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